LAS TRES PREGUNTAS
Revolvía con bronca
su café y puteaba por lo bajo. Más específicamente me puteaba.
- ¡Me cagaste la vida, viejo… me la cagaste! –
Yo le acababa de
mostrar el “jueguito”, conocido por cierto, que consistía en tomar una regla,
marcar el punto “0” como inicio de la vida, y tomando cada centímetro como décadas,
poner el tope ente el “8” o el “9” (con suerte, lo máximo a alcanzar, entre 80
y 90 años). Aceptado esto como una representación gráfica de nuestro existir,
la cosa consistía en correr el dedo del “0” hasta la edad actual del
interlocutor, con lo que se ponía en evidencia el pequeño tramo que le quedaba
por vivir.
Un humor negro,
bien negro, pero no, por eso, menos realista.
Muchos no lo
tomaban en cuenta, se reían o no, y rápidamente lo olvidaban y muchos otros,
como mi amigo, entraban en pánico ante la evidencia matemática del escaso
camino que les quedaba por recorrer.
- ¡Me voy a morir!… ¡¿Te das cuenta de que me voy a morir?! –
- ¿Y? –
- ¡Que con tu estúpido jueguito, acabo de descubrir que me voy a morir! –
- ¡Chocolate por la noticia! Todos nos vamos a morir… Nacemos, nos
reproducimos y “aurrevoire”. –
- Pero es… que… ¡Yo no quiero! –
- Ja ¡Ahí la cagaste!
- ¿Por qué la cagaste? No quiero morir. ¡No es lógico? –
- No –
- ¿Sos loco, vos? –
- No querido, no… pensá en esto. ¿Vos querías nacer? –
- ¿? –
- ¿Vos pediste nacer o estabas ansioso por asomar tu cabezota al mundo
desconocido que te esperaba? –
- Y… No… En eso tenés razón –
- Y bien… Así como no querés una cosa, y te obligan… tampoco querés la
otra, pero te empujan… no tenés más remedio –
- Pero ahora soy un adulto que piensa… ¡Que ha hecho su vida! –
- ¿Y? –
- Y… que es una vida que no quiero perder… No… quiero –
- ¿Tanto tenés que no la querés dejar? –
- Por supuesto –
- ¿Qué? –
- Mi familia… mi casa… mi coche… hasta mi perro… -
- Mi, mi, mi. ¡Que increíble soberbia de posesión! – recapacité – Tu
familia vaya uno a saber donde mierda está, cuando te toque… Tu casa, que ha
cambiado de dueños infinidad de veces… ¿Sabés cuantas veces habrá querido,
ella, que te mudaras para otro lado?...
¿Tu auto?... bueno, ni hablemos… Dentro de unos años lo cambiás y listo,
y ni te preocupás de lo que pase con el…. Si lo van a cuidar o lo van a hacer
pelota en el desguase. –
- ¿Y… mi… perro…? –
- Mirá, mientras le den de comer…. Te va a extrañar un cachito, pero
después de un tiempo… -
- ¡Pero igual no quiero! –
- No podés… Cuando te bajen la bandera se acabó todo… Y ¿Sabés qué?... En
ese momento, con seguridad, te va a importar un pito lo que pase o deje de
pasar, a tu alrededor… ¡A la mierda con la familia, el perro, el gato y la rep…
–
- Vos por que sos un escéptico… pero yo… ¡Que me voy a morir! ¿Te das
cuenta? ¡Me voy a morir! –
- Te prometo que te voy a llevar una flor. ¿Cuál te gusta? –
- No jodás, boludo… ¿No te das cuenta que ahora mi vida ya no va a ser
igual? – Casi gritaba – Cada momento, cada cosa, cada espacio que mire puede
ser el último… y yo voy a estar más pendiente de eso que de disfrutarlo… -
Prácticamente lloriqueaba - ¿Te das cuenta? –
Apareció de golpe.
Tal vez no lo advertimos enfrascados en nuestra obtusa conversación.
Se posicionó frente
a nuestra mesa y nos apuntó.
Todo su cuerpo
temblaba, haciendo estremecer la 38 con la que nos encañonaba.
Lo vi ahí parado,
con un arma que le quedaba grande. Lo miré con desprecio, hice como si no
existiera y continué conversando.
- ¡Dame todo lo que tengas – Gritó
- ¿Qué cosa? –
Mi amigo abría los
ojos desmesuradamente.
- ¡Dame todo lo que tengas! – repitió, exasperado.
- ¡Dejate de joder! – Y sin mirarlo agregué - ¿Haceme el favor?
¡Tomátelas! –
El tipo se
desorientó por un instante.
- ¡Mirá que te quemo! – gritó.
- Te dije que no jodás – repetí calmadamente.
El pibe, al borde
de la desesperación apunto a mi amigo.
- ¡Vamos, dame el reloj o te “aujereo”! –
Mi amigo quería
darle todo y que se fuera.
No soportaba la
situación. Ni al chorro ni a mí.
Llevó la mano al
bolsillo del saco tratando de sacar la billetera.
No sé… tal vez el
movimiento resultó poco claro… tal vez el pibe estaba muy nervioso… o muy
pasado…
Un sonido seco,
como de destapar botellas y en la frente de mi amigo se dibujó una rosa roja.
Una hermosa rosa
roja, que se fue destiñendo entre las cejas, mientras, mi amigo, caía de
costado con los ojos muy abiertos.
El pibe se
sorprendió.
Retrocedió.
Soltó el arma.
Y sin decir palabra
salió a los tropezones por la puerta cercana.
Miré la escena
aturdido.
Vi el cuerpo de mi
amigo sin vida. La sangre que iba formando una aureola alrededor de su cabeza.
La gente recién
comenzaba a reaccionar.
Me agaché.
Tomé el revolver y
salí rápidamente por la misma puerta.
Miré hacia ambos
lados.
La calle, dormida,
indiferente, no mostraba indicios de la dirección que podría haber tomado.
Caminé sin rumbo y
al azar miré en un callejón lateral.
Y ahí estaba.
Acurrucado contra
la pared, temblando, ahí estaba.
Había vomitado.
Me paré enfrente
suyo.
Mis pies casi
tocaban los de él.
- ¡No me mate, señor… No me mate! – Sollozaba – No quise… yo no quise… -
Me le quedé mirando
un largo rato. En silencio. Luego le sonreí.
- No te aflijas pibe – susurré – Vos debés ser un enviado del cielo –
Me miró sin
entender.
Suave, muy
suavemente, deposité el arma a su lado.
Le hice un ademán
con la mano y me alejé caminando despaciosamente, entonando mentalmente una
canción de Aznavour: “Paris, c´est finis…”.
- Vos, pibe – exclamé en voz alta mientras me alejaba – me respondiste a
las primeras preguntas… “El cuando”… “El como”… - Suspiré – Ahora me falta la
otra… la más importante –
Me
reí y un gato me miró, los ojos brillando en la oscuridad, la boca curvada como
si sonriera haciéndose cómplice de mis pensamientos. Salió huyendo, rápidamente,
entre unos botes de basura, sin escuchar el resto de mis elucubraciones.
- Ahora falta la más importante, ¿Eh? La más importante. ¿Quién es el
hijo de puta que marca el comienzo y el final de la regla? –
Y el silencio, que se
entremezclaba con las sombras, pareció repetir, como un eco que se burlaba de
mi ignorancia.
“¿Quién?,
¿Quién?, ¿Quién?.
Alberto
Osvaldo Colonna
No hay comentarios:
Publicar un comentario